jueves, 14 de agosto de 2025

Prólogo d Juan Antonio Massone del libro "Cuentos de Desasosiego" de Mónica Gómez. Ahora en Amazon

Prólogo “Cuentos de Desasosiego” de Mónica Gómez, nos introduce en el espacio irreal/real/ extraordinario del cuento fantástico. Confiados en lo habitual, solemos identificar la realidad únicamente con las superficies del cotidiano suceder: sus acostumbradas menudencias. A menudo, las nociones se nutren a base de previsibles conductas y rutinas, a las cuales se entrega una confianza excesiva, imprudente e ingenua. El empecinamiento con que el simplismo copa la atención acaba por anular el raciocinio y la sensibilidad perceptiva dispuesta a otras versiones. Desde que existe memoria, el ser humano se ha caracterizado por la inquietud, la curiosidad y los temerosos tratos tenidos respecto de las sombras, las fronteras del conocimiento, la significación de sus pasos y el destino ulterior que se le depare. Al paso de las jornadas se avivan interrogaciones. ¿Nos reducimos exclusivamente a ser un esqueleto con días contados de antemano? ¿Las condiciones de tiempo y espacio confinan la realidad en la captación sensorial, haciendo imposible la existencia de otras regiones de lo vivo? Parece un despropósito desoír, en este sentido, las experiencias de sabios, de gente con espíritu abierto y generoso, a quienes llamamos santos, así como el aporte de personas que han recibido otros dones, todos los cuales vislumbran muchos otros estadios de realidad existente. La literatura, esa otra versión de vivir, no se intimida. Al igual que nuestra María Luisa Bombal, Mónica Gómez desborda su imaginación y con sabio oficio literario está dispuesta a decir y a contradecir los hábitos y plantear otras posibilidades de lo real, las que podríamos sintetizar en un “como si” de lo vivo. Lo que existe bien podría despertar insospechadas perspectivas. La palabra creadora de las letras no reconoce el ayer ni el turbado presente tal y como se muestran en su fijeza; antes bien, conjetura y se atreve a sugerir nuevas modalidades de tales lapsos, y hasta concibe y proyecta lo por venir con carácter inusitado. La clasificación literaria a la que pertenece este libro es la llamada literatura fantástica. En ésta, las zonas de la realidad constituyen una amenaza, un desquiciamiento o alguna forma en la que se pone en jaque el realismo habitual. Ello se confirma en cuanto sobreviene la invasión de seres extraterrestres; también si los personajes quedan a merced de lo incógnito, bajo el estupor provocado por la intervención de voces o fuerzas preternaturales, activadas por ocultos poderes desde un huraño más allá de hondura inescrutable. La tercera posibilidad de literatura fantástica suele concebir utopías, esas construcciones de sociedades regimentadas y severas que, a vuelta de mirada, instauran lo contrario de las supuestas bondades anunciadas. Cuentos y relatos de corte fantástico, en la modalidad de amenaza al acecho, son los ofrecidos por esta escritora en e libro. Los primeros desarrollan una historia, con personajes identificables y contundentes peripecias; los segundos corresponden a instantes definitorios y sencillos como un dictamen que ha terminado por cumplirse en la circunstancia crucial que embarga a las siluetas. En ambos formatos, lo habitual crece en situaciones impensables; por momentos éstas son extrañas, amenazantes, desbordadas de sus cauces. Cada una de las breves historias está cruzada de peligro extremo, pues la muerte se anuncia, de un modo u otro, como gesto categórico e ineludible. Tal vez si palabras como destino y vulnerabilidad delineen la atmósfera que pesa sobre los caracteres de estas historias desapacibles, en su mayoría. Si bien es preciso advertir la existencia de algunos episodios—entre los más breves—animados de otro tono, tal el caso de “El monje budista”. El sino que obra sobre el tiempo de los personajes se vale de espacios y recursos pertenecientes a la frontera difusa de los sueños, de las mutaciones habidas en las cosas, en fin, de los secretos que guardan los entornos y la inquieta memoria. Lo humano padece la intemperie o el encierro. De cualquier forma, es siempre vulnerable. Los agentes perniciosos y turbios de la existencia están dotados de un ímpetu que gobierna la interioridad y las actitudes—el mundo sufre de falsedad y oprime--, además de las fuerzas sobrehumanas que pueden ser desatadas en cualquier momento, capaces de arrasar lo vivo. La sencillez del lenguaje con que se comparten estos episodios encamina hacia lo que dejan de manifiesto en cada caso. Ello es comprobable en “El cuento más lindo del mundo”, “Del destino”, “Sueños”, por ejemplo. Las historias pueden entretener o interesar. Es posible lo hagan de consuno. El carácter más ligero y casual de entretener halla satisfacción en “La copa robada”, “El cuadro habitado”, por citar algunas. Lo interesante puede corroborarse en “Estrictamente ornamental”, “El trashumante”, “Del mudo secreto de las cosas”, representativas de lo dicho. Especial atención provocan “Extraño amor por un negro francés” y “La cita de Ibel Dot”. Además de exhibir un desarrollo más extenso, ambas narraciones contienen algunos aspectos permanentes en las venturas desasosegadas de este libro. Sueño e intensidad erótica, en el primero, se alían con la expresión y soledad del segundo. La voz interna de los textos parece experimentar el constante desafío que propone la clave de vivir. Tarea de la escritura es manifestar la duplicación de vigilia y viaje onírico, lo mismo que la historia expresa en primera persona recoge los ecos venidos de laberínticos trasfondos, cuyas laboriosas incertidumbres permanecen como si buscaran dejar constancia de lo inasible. Me abstengo de citar los textos del libro en este pórtico de incitación al que debería corresponder un prólogo. Me persuade y convence el deseo de que los eventuales lectores quieran escoger sus preferencias. Después de todo, adentrarse en un volumen de ficción es una aventura que merece el protagonismo de cada uno. Existe una prueba insoslayable reservada a un libro narrativo cuando es expuesto al escrutinio ajeno: el deseo de saber qué sucederá en la página o en la línea siguiente. Curiosidad y vislumbre de zonas escarpadas y desafiantes. Algunas podrían identificar lo posible; otras, lo insólito. De esa prueba, me parece, sale airosa esta obra de nuestra talentosa Mónica Gómez. Deja incólume el afán de conocer nuevas e inquietantes peripecias. Espero visitar otros senderos de sus futuras invenciones. Juan Antonio Massone Santiago, mayo, 2025

jueves, 26 de junio de 2025

Libro "CUENTOS DE DESASOSIEGO" de Mónica Gómez en AMAZON

Uno de los cuentos de Cuentos de desasosiego EXPERIMENTO I A - 0 Los habitantes de las estrellas fecundan el universo con el gen de la inteligencia. Su avanzada ciencia cruza el firmamento. Son miles los planetas y múltiples sus naturalezas. Uno de ellos es el elegido para la inseminación, la fecundidad de este mundo lo merece, grandes campos y abundante líquido brota de la tierra y los montes. Es la naturaleza propicia, los rayos láser rojos examinan el nuevo mundo buscando el germen perfecto. El germen que contiene Alma, esencia intangible, inmaterial e inmortal con el don de la eternidad en un eterno retorno, permanece inmaculado en el brillo de los hielos, cual diamantes, que iluminan las cúspides de las altas montañas. Y en el agua lodosa de las orillas de los estuarios, entre plantas putrefactas descompuestas por el calor que produce la gran estrella celeste, emerge un germen grisáceo en diminutas burbujas malolientes, aunque llenas de fuerza de sobrevivencia Los rayos láser rojos bajan de la nave y se introducen en las burbujas de las espesas y oscuras aguas. Es la elección perfecta para el propósito predestinado. Seleccionado el germen, el gen de la inteligencia fecunda al planeta Tierra. Y nacen seres llamados Portales Orgánicos cuyo destino es siempre la muerte. Naturaleza poseedora de la pulsión de muerte, tendencia fundamental de todo ser viviente por regresar al estado inorgánico desde donde emergió. Seres terrestres que extraen desde las profundidades del planeta tierra, su liquido supremo, sangre negra, para quemarla y contaminar el aire con gases asesinos que silenciosamente envenenan a las razas de humanos y animales y provocan que por esa sangre negra y en una acción definitiva, luchen humanos contra humanos, en un plan llamado “Guerra”. Cumpliendo los habitantes con su propia ley terrestre, que dice: Creo en un Dios cruel que me creó a su semejanza, y que nombro con ira. De la vileza de un germen que me engendró vil he nacido. Soy malvado porque soy hombre; y siento el barro originario en mí. ¡Sí! ¡Ésta es mi fe! Creo con firme corazón, como cree la viudita en el templo, que el mal que de mí procede, por mi destino lo cumplo. Creo que el justo es un histrión burlón, tanto su rostro como su corazón, son falsos: lágrimas, besos, miradas, sacrificios y honor. Y creo al hombre juguete de una inicua suerte desde el germen del lodo hasta el gusano de la tumba. Llega luego la Muerte. ¿Y luego? La Muerte es la Nada. ¡Eso del cielo es una vieja fábula! Así la vida en la Tierra condenada a muerte desde su origen regresa a su nivel inanimado… la nada. (Cuento basado en el Credo in un Dio crudel, monólogo del personaje Yago de la ópera Otelo de Verdi)

miércoles, 2 de abril de 2025

Cuento fantástico "La copa robada" de Mónica Gómez

 


La copa robada

Era hermosa y pura como una gota de sangre.  

Semejante a un cáliz.

Única en su cristal rojo con mezcla de oro en el interior del lugar de honor en la vitrina que la resguardaba.

Y siempre vacía, jamás usada con algún licor, ni siquiera agua.

Nadie sabía por qué su dueña, la longeva mujer de más de cien años y conocedora de artes mágicas, nunca la usaba.

En esos días de agosto, la anciana, con una grave pulmonía, sin poder ni siquiera levantarse de la cama y convulsionada por la tos que apenas le permitía respirar, delegó su casa en manos de su sirvienta, mujer indígena, malhumorada y siempre hostil.

Días más tarde, la empleada no se presentó a trabajar, muy extrañamente porque jamás faltaba.

Y así pasaron los días.

Hasta que en uno de ellos, ante la décima ausencia de la mujer, lloriqueando y compungida llegó a la casa patronal la hija de la sirvienta.

Contando entre sollozos que su madre había muerto y de una forma rara - dijo la muchacha- porque tenía una salud de hierro y no había estado enferma, por el contrario, contenta y festejando con vino tinto hasta rebosar los bordes de la más hermosa copa de cristal rojo- que días antes y quien sabe de dónde- había traído a la casa.

La patrona quien ya- milagrosamente- estaba repuesta, saludable y hasta al parecer con gran ánimo, a pesar de la grave pulmonía que la había tenido postrada y que los médicos habían diagnosticado como mortal, sonrió misteriosamente- única poseedora del secreto-.

Mientras que detrás de los vidrios de la vitrina,  brillando con su luz de destellos rojizos hoy iluminada por un aura dorada, estaba la copa roja, la que habiendo cumplido con su misión de eternidad, había retornado a su legítimo lugar de pertenencia.

  



 


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